El año 2025 marca una década desde el reconocimiento oficial del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La iniciativa fue diseñada para fortalecer el compromiso mundial con la igualdad entre hombres y mujeres, especialmente en el ámbito de la educación.
En los últimos años la presencia de mujeres en los programas de posgrado ha aumentado paulatinamente. Un estudio realizado por el Centro de Estudios de Gestión y Estratégicos (CGEE), que reúne datos de 1996 a 2021, indica que las mujeres representaban el 49,8% de los maestros y el 44,3% de los doctores formados en Brasil en 1996. Quince años después, la proporción aumentó al 56,8% y al 55,6%, respectivamente.
A pesar de ello, aún existen desafíos relacionados con la diversidad de áreas de conocimiento en las que se insertan las mujeres: la mayoría de ellas se encuentra en los campos de Ciencias de la Salud (62.52%), Humanidades (57.49%) y Lingüística (64.52%), mientras que la participación en áreas como Ingenierías y Ciencias Exactas registra, respectivamente, 33.27% y 36.02% de presencia femenina durante el quinquenio analizado.
Contrario a la tendencia observada a nivel nacional en el campo de la ingeniería, el Programa de Postgrado en Neuroingeniería del Instituto Santos Dumont (ISD) ha formado a 73 mujeres desde 2013. Este porcentaje representa el 54% de los títulos de maestría otorgados por la institución.
Ubicado en el municipio de Macaíba, en Rio Grande do Norte, el ISD es una Organización Social vinculada al Ministerio de Educación (MEC) y mantiene el Instituto Internacional de Neurociencias Edmond y Lily Safra (IIN-ELS). El Instituto ofrece formación a nivel de Máster, fomentando que mujeres de diferentes profesiones se incorporen a sus programas de investigación e iniciación científica.
Ellas, que provienen de diversos contextos y trayectorias, abandonan las áreas de laboratorio y atención clínica para conquistar nuevos espacios alrededor del mundo, ocupando posiciones que, muchas veces, no están garantizadas para las investigadoras.
Más allá de la clínica: de la salud a la ingeniería
Terapeuta del lenguaje, especialista en atención a personas con discapacidad y neuroingeniera. Estos son los títulos de Nancy Sotero, nacida en Caruaru/PE, egresada de la Residencia Multiprofesional en Atención a la Salud de Personas con Discapacidad (RESPCD) y de la Maestría por el ISD. Actualmente, es estudiante de doctorado en la Universidad de Bielefeld en Alemania, donde investiga la intersección entre la audición y la visión y los elementos motores de estos dos sistemas. Allí asume el reto de adentrarse en la investigación básica en neurociencia, muy alejada de la investigación clínica, y de trabajar en un área completamente nueva: la visión.
“Siempre quise hacer de la investigación el centro de mi carrera profesional, pero como profesional de la salud –y especialmente como mujer– a veces nos vemos llevadas a aceptar que la investigación debe quedar en un segundo plano, dependiente del trabajo clínico o de la docencia, lo que sin duda es una alternativa válida, pero no la única”, informa Nancy.

Hoy, la logopeda dice ver otras posibilidades laborales y sentirse “empoderada” para el mercado como investigadora. “Para mí, la alternativa ‘ideal’ es aquella en la que la investigación permea la formación profesional en las más diversas áreas, posibilitando que más profesionales se reconozcan como investigadores”, considera.
La estudiante de maestría del ISD, Giovanna Rodrigues, también experimentó esta interdisciplinariedad. Técnico en Informática para Internet y licenciada en Psicología, siempre ha disfrutado con aspectos de ambos campos de conocimiento. La elección de la Neuroingeniería surgió del deseo de profundizar en la investigación y unir sus dos pasiones: las ciencias de la salud y las ciencias exactas.
En ISD, Giovanna realiza investigación básica, que se realiza principalmente en laboratorios para responder preguntas científicas y descubrir nuevos caminos empíricos. Utilizando modelos animales, analiza cómo diferentes entornos afectan el desarrollo de la memoria, la capacidad de aprendizaje y el comportamiento.
Paralelamente, también trabaja como neuropsicóloga, realizando evaluaciones clínicas de niños y adolescentes, algo que consigue compaginar con su investigación. “También veo mi trabajo como investigación, porque estoy investigando, recopilando y analizando datos y explicando a un paciente y su familia la condición que tiene. “Así que el máster me enseñó a afrontar la práctica clínica también de una forma muy crítica y científica”, explica.
A futuro, la investigadora pretende realizar un doctorado enfocado en salud y destaca que no descuidará el aprendizaje interdisciplinario. “Si bien la investigación no será mi profesión en el futuro, contribuye mucho a tener una práctica más eficiente y actualizada y lograr mejores resultados para mis pacientes”, añade Giovanna.

Los jóvenes investigadores amplían sus horizontes de investigación
Además del nivel de posgrado, el ISD también ofrece un programa de Iniciación Científica, que recibe a decenas de estudiantes de nivel medio, técnico y universitario. Laiza Camilly, de 18 años, es una de ellos. La joven conoció el ISD a través de la Feria de Ciencias de la institución, mientras participaba del curso de Informática en la Escuela Agrícola de Jundiaí (EAJ), en Macaíba.
A través del proyecto MandacaruBot, de EAJ, que ofrece talleres de robótica para escuelas públicas, Laiza participó en tres ediciones de la Feria, hasta que recibió una beca de iniciación científica en ISD, donde permanece hasta el día de hoy. “He estudiado muchas cosas, aprendiendo sobre diversos procesos en todos los proyectos. “Lo que me parece increíble es que aquí nadie pasa desapercibido, hay todo este cuidado para que todos participen y entiendan lo que se está haciendo, entonces me siento muy bien recibida aquí”, dice Laiza.
Hoy, ya graduada en el curso técnico en Informática, fue aceptada en la carrera de Ciencia y Tecnología de la UFRN y pretende estudiar Ingeniería Biomédica. “Tenía muchas ganas de seguir con lo que hago aquí y pensé ‘¿cómo voy a combinar tecnología y ciencia?’, así que para mí esta fue la elección perfecta”, comenta.

Larissa Alcântara, de 22 años, también forma parte de la iniciación científica del ISD a nivel de pregrado. Nacido en Petrolina, Pernambuco, y criado en Juazeiro, Bahía, terminó la secundaria en una escuela local y se mudó a Natal para estudiar Ingeniería Biomédica en la UFRN. Se dio cuenta del campo de la neuroingeniería solo después de ingresar a la educación superior.
“Yo venía de una realidad donde esto era muy lejano, no solamente en distancia física, sino de mi realidad. “Cuando llegué aquí y descubrí la neurociencia y la neuroingeniería, fue como si se abrieran nuevas puertas y pudiera observar otras posibilidades de ver el mundo”, dice Larissa.
En ISD, Larissa trabaja con aprendizaje automático y procesamiento de señales, en un proyecto que estudia patrones de actividad neuronal relacionados con la articulación del habla utilizando enfoques que rara vez se encuentran en otros estudios. Para el futuro, planea no sólo continuar en el campo de la neuroingeniería, con formación académica continua y docencia, sino regresar con estos conocimientos. “Aún falta mucho camino por recorrer, pero estoy pensando en hacer investigación o quizás convertirme en profesora en Petrolina, para poder demostrar que hay otras posibilidades, que podemos hacer muchas cosas chulas”, concluye.

Acerca del distrito escolar independiente
El Instituto Santos Dumont (ISD) es una Organización Social vinculada al Ministerio de Educación (MEC) y engloba al Instituto Internacional de Neurociencia Edmond y Lily Safra y al Centro de Educación e Investigación en Salud Anita Garibaldi, ambos en Macaíba. La misión del ISD es promover la educación para la vida, formando ciudadanos a través de acciones integradas de enseñanza, investigación y extensión, además de contribuir para una transformación más justa y humana de la realidad social brasileña.