La popularización de los dispositivos electrónicos móviles y el cambio de hábitos provocado por la pandemia de Covid-19 llevó a que niños y jóvenes utilicen con mayor frecuencia el celular y el computador en actividades relacionadas con el estudio y el ocio. Ambos factores dejaron a estos grupos vulnerables a cambios en la salud ocular, como la miopía. Uno buscar de 2021, realizado por el Consejo Brasileño de Oftalmología (CBO), encontró que 72% de oftalmólogos informaron que, en los últimos años, el trastorno fue diagnosticado con mayor regularidad en el grupo de edad de 0 a 19 años.
El problema es aún más amplio: según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2050 la mitad de la población mundial podría estar afectada por miopía. Según la oftalmóloga preceptora del Instituto Santos Dumont (ISD), Gabriela Lima, la miopía, un error refractivo que limita la visión de lejos y puede llevar al desprendimiento de retina, es causada por factores genéticos, en los casos más graves, pero también puede adquirirse por la recurrencia de ciertas actividades cotidianas, como el uso de pantallas. “Los teléfonos móviles nos obligan a mejorar nuestra visión para distancias cortas, ya que el dispositivo está muy cerca de nuestra cara. Por otro lado, con el tiempo, acaba dañando la capacidad de ver objetos distantes. “Hemos visto esto con bastante frecuencia en nuestras oficinas”, comenta Gabriela.
Según el experto, el peor momento para utilizar pantallas es por la noche, antes de dormir. En este momento, el estímulo luminoso que proviene de dispositivos como televisores y teléfonos celulares inhibe la producción de melatonina, una hormona que regula el ciclo del sueño. El cambio puede provocar cansancio y dificultad para concentrarse. A largo plazo, la calidad de vida de un individuo puede verse afectada significativamente. “También notamos que la inclusión de pantallas en nuestra vida diaria impacta en otras actividades, como cuando comemos mientras vemos televisión y no saboreamos la comida, o cuando pasamos más tiempo en el celular y descuidamos la actividad física”, agrega.
El síndrome del ojo seco, causado, entre otros factores, por una disminución del número de parpadeos, también puede ser consecuencia del contacto excesivo con pantallas digitales. Algunos de los síntomas más comunes del síndrome son ardor, sensación de cuerpo extraño y fotofobia.
Regular el uso de dispositivos electrónicos es esencial para contener la propagación de trastornos como estos. La Sociedad Brasileña de Oftalmología Pediátrica (SBOP) advierte que solo se recomienda que los niños mayores de 13 años pasen dos horas al día frente a una pantalla. Antes de eso, es mejor limitar el acceso tanto como sea posible. Para los niños menores de 18 meses, por ejemplo, está prohibido el contacto con las pantallas, salvo para las videollamadas.
También se recomienda la implementación de un sistema de “tiempo de pantalla merecido”, que pretende determinar el acceso a los dispositivos en función de recompensas por tareas completadas, como actividades escolares y ordenar la habitación. Además, tanto los padres como otros adultos que convivan con el niño deben estar atentos a las señales que pueden indicar dificultades de visión.
Mantener la vista puesta en el problema
Uno de los entornos más adecuados para identificar problemas de visión en niños y adolescentes es el aula. Los docentes deben prestar atención a las señales e informar a los padres o tutores tan pronto como las detecten. Según la preceptora educativa del ISD, Luzia Guacira dos Santos, comportamientos como hiperactividad, dificultad para hablar y sueño excesivo pueden indicar el desarrollo de miopía u otras limitaciones de la visión. “Estos signos muestran que el niño es incapaz de mantener la concentración, lo que puede ser una consecuencia de la dificultad para ver bien. Si la recurrencia aumenta, se debe consultar con un oftalmólogo para realizar las pruebas necesarias”, explica.
La profesora Claudiana Lopes identificó las limitaciones de Athos Vieira, de siete años, cuando notó que su hijo tenía dificultad para ver a las personas de lejos y chocaba frecuentemente con los objetos. “Realizamos el tratamiento recomendado y solicitamos al colegio que hiciera las adaptaciones necesarias para él. Ahora los textos escolares que llegan para nuestro hijo están escritos en negrita”, comenta Claudiana.
Además de estas precauciones, es necesario priorizar la prevención. Algunos hábitos pueden limitar la progresión de los trastornos visuales: regular el tiempo frente a la pantalla, practicar actividades al aire libre y mejorar la postura, distanciarse del objeto de lectura, son ejemplos de prácticas fáciles de implementar en la vida cotidiana. “Era fundamental ampliar las posibilidades de diversión. Hoy a Athos le encanta jugar en la piscina y montar en bicicleta, eso ha marcado la diferencia”, añade la profesora.
Revisar
Para ayudar en la difusión de estas directrices, la Línea de Atención de Rehabilitación Visual (ReVer) del ISD realiza reuniones de capacitación para profesionales de la educación pública en los municipios de la 7ª Región de Salud de Rio Grande do Norte (Macaíba, São Gonçalo do Amarante, Parnamirim, Natal y Extremoz). El objetivo es ayudar a estos profesionales a identificar problemas de visión y promover los ajustes pedagógicos necesarios acordes a la condición visual de cada estudiante con discapacidad visual. En el último encuentro, realizado en São Gonçalo do Amarante, estuvieron presentes 38 profesionales, que ahora multiplicarán sus conocimientos y estarán más atentos a los trastornos visuales de los estudiantes.
ReVer también ofrece servicios como evaluaciones clínicas y orientación sobre actividades de la vida diaria, cuidado corporal y movilidad, todos enfocados a la rehabilitación de personas con discapacidad visual. La preceptora educativa Luzia Guacira destaca que los servicios no trabajan en la rehabilitación visual, sino en la rehabilitación de personas con discapacidad visual, con foco en la independencia y autonomía del usuario en los entornos en que está inserto. “Queremos ayudar a las personas con ceguera y baja visión a realizar sus funciones en la escuela, en el trabajo y en otros espacios sociales”, explica. El acceso a la Línea de Atención se puede realizar a través de una referencia de un oftalmólogo o mediante una evaluación programada en el Centro de Rehabilitación Especializada del ISD (CER ISD).
Servicio:
Números de teléfono para programar cita: (84) 4042-0044 o 4042-0033.
Documentación requerida: Tarjeta SUS; Documento de identidad y comprobante de residencia.
Dirección: Centro de Rehabilitación Especializada ISD – Rod. RN-160, 2010 (KM 1,5 Distrito de Macaíba)
Texto: Leandro Vieira / Ascom – ISD
Foto: Ascom-ISD
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Instituto Santos Dumont (ISD)
Es una Organización Social vinculada al Ministerio de Educación (MEC) y engloba al Instituto Internacional de Neurociencia Edmond y Lily Safra y al Centro de Educación e Investigación en Salud Anita Garibaldi, ambos en Macaíba. La misión del ISD es promover la educación para la vida, formando ciudadanos a través de acciones integradas de enseñanza, investigación y extensión, además de contribuir para una transformación más justa y humana de la realidad social brasileña.



